Pues yo soñé que estaba en una casa en donde habitaba mucha gente, conocida y desconocida, aunque había un orden a pesar de los tumultos y el aparente caos de voces. Yo vivía ahí; sin embargo, tenía una sensación de que mi partida estaba próxima. De repente me topo con un bulto humano en el suelo. Es un joven de treinta años que no tiene piernas ni brazos. Por un acto de piedad lo saco a pasear sobre mi espalda a modo de caballito. El joven está maravillado por lo que ve en el exterior. Sus ojos están hechizados por la luz y todo lo que encuentra en la calle. Pero yo estuve en terapia, el lugar donde se interpretan los sueños. Ahora sé algo que no puedo bien asumir aunque creo entenderlo: ese hombre sin extremidades, incapaz de moverse por sí mismo y sorprendido por lo que es el mundo, soy yo. También el que lo carga. Esa cosa humana es mi alma. No ha caminado, no ha trabajado ni se ha enfrentado y, aunque tenga ojos, no había visto nada del mundo todavía.
domingo, 29 de mayo de 2011
92
Mi hermana sueña con mi padre, muerto ya. Él viene a casa, grande, con el pelo largo y cansado. Mi hermana lo baña cuidadosamente con una esponja suave y agua tibia. Al enjuagar su rostro se acerca a sus ojos y toca con su nariz, la nariz de mi padre y le dice: Te pareces demasiado a mi hermano, -cosa que no es cierto aunque su sueño le digaa otra cosa-. Al despegarse las narices el parecido extraordinario desaparece. Yo robo su sueño y lo pongo aquí para establecer un contraste, una línea ruidosa o un río imaginario y definitivo entre todos aquellos que no han perdido a su padre y entre quienes hemos pasado ya al otro amplio y oscuro mundo de los que lo hemos perdido. Aunque nadie tiene una ventaja.
viernes, 27 de mayo de 2011
93
92
Me hubiera gustado que estuvieras ahí para que la vieras. Un rostro agotado con labios gruesos y demasiado húmedos, entreabiertos con dientes sucios. Mormada. El lugar de la fiesta muy estrecho me permitía verla de cerca. Los ojos vidriosos. Una mujer extenuada de aliento de malestar estomacal. Platicó todo el tiempo de sus hijos estudiosos y listos. Ella sudaba mucho como un drogadicto. Me enseñó fotos de los viajes. Sonreía con dificultad y yo quería meterle con el dedo la saliva excesiva que andaba en uno de los bordes de sus enormes labios, de seguro estaba fría, como sus ojos acuosos que echaban de vez en cuando miradas al marido, sentado al otro extremo de la mesa, pregonando su sanidad moral. Yo creo que estaba harta de él. Y es que trabajan juntos en algo que nunca supe. Todo el día están juntos, seis días a la semana y este de descanso en una comida. Y sí, el marido habla mucho, muy seguro, de humildad fingida, gente que sabe y se aposentó en un punto, tal vez el señalado por la madre que ahí andaba con sus dedos muy trabajados. La mujer de los dientes sucios dijo que el año entrante se iba a una excursión. Se iba a ir sola, a una reunión de bohemios. Ya le había dicho al marido que la acompañara pero no quería, entonces sola, ahora sí. Te hubiera gustado esa decisión, parecía una venganza o una acción de identidad. La señora se iba a ir y se iba a dar a respetar -como ella lo dijo-. Yo creo que gozaba más de la separación del marido y del trabajo con él, que el viaje mismo. Lo veía en sus ojos turbios y sucios del calor polvoso de su trabajo. Sí, trabajaban ahí en su casa, no sé con qué sustancias. La pequeña ventila cubierta con una malla dejaba ver un gran cochambre graso que salía de ese cuarto de labores perpetuas. La grasa negra salía del taller en una explosión lenta y continua. Era la suma de los años y los días trasminando a otras partes de la casa. Me encantó asociar la boca sucia de la mujer con esa ventila cochambrosa y la voluntad de la mujer por largarse con el aire de suficiencia del marido que hablaba del lujo de ser pobre. Pero no, no estuviste desde entonces.
91
Odio a mi mujer. Esa manera de hablar y de vestirse. Sus brazos cortos, la jeta de malhumor cuando no se le cumple. Su pelo pintado de güero. Odio cuando habla de política y cree que es como el fútbol. Mi mujer es corrupta. Lo sé. Todos en su trabajo lo saben. Pero lo que más aborrezco son los pelillos de su nariz y su perfume denso, de anciana adinerada ¿Porqué no se corta los pelos licenciada? Han de querer decir sus empleados. Me purga la forma de llevarse con sus amigos abogados. Sé que la quiero. Le debo mucho. Me cuida. Cuida de mis hijos y eso sí es una buena madre la consejera. Es Presidenta Consejera de la Gran Comisión de Magistrados. Muy inteligente, muy odiosa. Me quiere y mucho y yo también pero no sé qué hacer con este odio, es como un asco de algo pero no lo puedo definir porque no sé de qué me da asco. Yo también le doy asco. Me pide continuamente que me eche loción, que me enjuague la boca, que sea más cortés y más generoso. La Presidenta me trata como empleado. A veces. En casa, cuando no está pegada a su celular, suele ser normal pero cuando habla tiene ese tonito de tener el poder y sobre todo y más allá, la razón. Nuestro hijo adolescente comienza a despreciarla. Puedo verlo y lo disfruto, de hecho he nutrido ese vínculo y a veces la despreciamos juntos. Y mi hijo no se parece a mí. A ninguno de los dos. Ella es muy exigente con ellos. Los obliga a tomar clases aparte de la escuela. Me siento mejor decir esto padre, me siento mejor y deme la penitencia que sea porque siempre será más agradable que la penitencia que cargo con ella. Me gustaría decir eso. Me gustaría poder decir eso al Padre, !ah¡ y sobre todo que no fume y no por su salud.
miércoles, 25 de mayo de 2011
90
Puta madre, estaba sentado en la cama. Muy asustado, no sé qué estaba soñando. Mal desperté dominado por un terror apenas aguantable. Todo estaba en orden, es decir, como lo dejamos anoche y cada objeto fuera de su lugar me consolaba como si eso definiera que esto era lo real, por esos objetos fuera de su lugar. Miré el vaso de vodka grasoso de dedos, el bulto de formas femeninas, las cortinas como si alguien las hubiera manoteado. El corazón demasiado rápido, la sensación de liquidez de mis piernas y una especie de certeza en mi cabeza pulsando su razón de ser y yo tratando de encontrar mis lentes de contacto. Me cargué la cabeza y dejé caer una baba larga y elástica hasta la alfombra para tranquilizarme más aún y despejar esa certeza de mi cabeza que parecía el umbral hacia el terror. Me pegué un trancazo con mi puño en la frente y reconocí mi espanto: tuve un error de cálculo. Todo se me cayó pero atrapé el punto del error. Ahí estaba. Aunque se derrumbaba toda mi teoría a partir de ese error, una teoría de años, me reconfortó nombrar mi sensación. Pensé inadecuadamente. Eso es, pensé inadecuadamente….
89
Cuadricular con pluma de tinta china negra página blanca. Así se percibe el trazado manual. Con la misma tinta hacer una silueta humana de frente, con las manos abiertas. De las manos de la silueta masculina brotarán líneas que vayan yendo de acá para allá. El tránsito lineal, desesperado, rápido y nervioso, irá creando, dentro de la figura, unas formas que parezcan órganos corporales; sin embargo, por la ubicación y la imagen, no serán órganos corporales sino otro tipo de órganos. Debo tener cuidado en que la persistencia lineal no haga perder el contorno humano aunque sí lo ponga en riesgo de identificación. Las líneas curvadas crearán su recurrencia en contraste al cuadriculado y los órganos imposibles serán como situaciones nervosas que en algunas partes confundirán al espectador y en otras lo tranquilizarán por representar partes de rostro, genitales y redundancias en el pecho. La cuadrícula aborda todo, es continua. El gesto corporal de la figura querrá favorecer una sensación de dejarse hacer, de abandonarse a unas fuerzas que no están en la figura sino que vienen a definirla en una atmósfera de orden ajeno frente al orden común que tiene que, para organizar, cuadricular el espacio.
martes, 24 de mayo de 2011
88
88
No creo que haya sido el yoga. En realidad apenas hago dos tres ejercicios y eso no se puede llamar yoga. Fue otra cosa. Adopté respirar y estirarme en cada amanecer. Y fue hasta ahora, después de dos años de eso, y después de cuarenta y tantos de mi vida, que descubrí algo fundamental. Al respirar en una flexión, cuando tocaba el suelo con mis manos, de pie y las piernas rectas, endurecí todo mi cuerpo, y así, lentamente, subí los brazos, duro y exhalé. Arqueé mi cuerpo, y en una respiración profunda, aún tenso, sentí un bienestar peculiar. Hice una posición recta y me percaté del eje de mi cuerpo, un encorvamiento. Me endurecí y puse en línea mi columna con mi cráneo y a su vez con mi cadera que pidió un soporte de piernas un tanto diferente. Más bien era muy diferente. En la posición normal la presión en mi cuello produce una sensación a la que estaba acostumbrado desde siempre, es casi un carácter. La nueva posición hace que esa mínima tensión desaparezca. Tal vez me cueste trabajo pero ensayaré una forma diferente de estar erguido o sentado o acostado o caminando, consciente de mi arco óseo que va de la punta de la cabeza hasta el final de la columna y consciente de ese matiz lineal en la posición. Descubrí que simplemente estaba en este mundo mal parado.
No creo que haya sido el yoga. En realidad apenas hago dos tres ejercicios y eso no se puede llamar yoga. Fue otra cosa. Adopté respirar y estirarme en cada amanecer. Y fue hasta ahora, después de dos años de eso, y después de cuarenta y tantos de mi vida, que descubrí algo fundamental. Al respirar en una flexión, cuando tocaba el suelo con mis manos, de pie y las piernas rectas, endurecí todo mi cuerpo, y así, lentamente, subí los brazos, duro y exhalé. Arqueé mi cuerpo, y en una respiración profunda, aún tenso, sentí un bienestar peculiar. Hice una posición recta y me percaté del eje de mi cuerpo, un encorvamiento. Me endurecí y puse en línea mi columna con mi cráneo y a su vez con mi cadera que pidió un soporte de piernas un tanto diferente. Más bien era muy diferente. En la posición normal la presión en mi cuello produce una sensación a la que estaba acostumbrado desde siempre, es casi un carácter. La nueva posición hace que esa mínima tensión desaparezca. Tal vez me cueste trabajo pero ensayaré una forma diferente de estar erguido o sentado o acostado o caminando, consciente de mi arco óseo que va de la punta de la cabeza hasta el final de la columna y consciente de ese matiz lineal en la posición. Descubrí que simplemente estaba en este mundo mal parado.
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