Se te muere el padre y dices: -así tenía que ser-. Todo tenía sentido para ello. De alguna manera, tu lo sabes, lo esperabas y también, como hombre realmente circuncidado, lo deseabas.
Y pudiste apreciar el mundo así: los destellos ganaron contorno, la cosa de las carreteras, lo que pasa en el trabajo y conocer las aprehensiones de las mujer con la que te líaste. Porque es una. Parece.
Pero cuando te dicen: le toca a tu madre, la cosa es diferente y lo descubres justo en el momento en que te enteras. Y no puedes, cuesta trabajo reconocer que cuando te enteras, que una inmensa fortaleza te ocupa y eso no puedes permitírtelo. Por eso unos caen en la cosa de irse de madre, pero yo tengo que asumir ese poder y esa distancia ante la humanidad.
Y eso que todavía no se muere.
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