lunes, 11 de febrero de 2013

107


Tal vez, cuando en algún día de tu vida, cuando llegues a un determinado golpe de conciencia por el cual hayas podido medir lo real; tal vez, ese día, el día en el que concebiste y pensaste los condicionamientos de estar horrorosamente vivo porque ello te dio la dimensión de las cosas; tal vez ese día puedas decir que es imposible que puedas morir. Porque morir es desaparecer, es decir no estar de ninguna manera en lo que es Real. Pero si el calibre de tu golpe de conciencia te ha permitido adoptar una posición fluida en la expansión interminable del ser, movimiento que va en sentido contrario a la línea del tiempo y transcurre en todo momento, hacia todos lados, conteniendo su manifestación permanente, esa monstruosidad que todo lo reúne y lo comprehende; entonces en ese punto has conseguido la intemporalidad y retirado todos los condicionamientos que van a deteriorar sin remedio a tu cuerpo. 
106


Los cuatro sueños. Uno: En el sueño, con la conciencia temerosa y entre oscuridad, encontré a mi mujer dormida en la cama de mis padres. Dos: Tengo relaciones carnales con mi hermano y todo transcurría con extrañeza y fatalidad. Tres: Encuentro unas joyas extraviadas en la parte oculta de los cajones de un trinchador de mi abuela. Estaba seguro de que se pondría muy contenta de mi hallazgo ya que se veían muy bien trabajadas, muy valiosas, como de oro. Cuatro: una mujer con la que tuve una relación me presume de su próxima boda con un hombre de ojos hermosos. 

105

Dibujar una escena fundamental: el ser golpeado por su madre. La imagen debe expresar una especie de continuidad de modo que quien lo vea sienta que lo golpeado es continuamente golpeado. Prescindir de una representación figurativa: pellizcones a un menor hasta arrancar un trozo de piel. La cara del niño de consternación que experimenta un dolor desconocido. No. Dibujar algo así: el cuerpo del hijo contiene y es límite de la expresión violenta de su madre que en un acto de paroxismo histérico halla en el hijo un límite. El cuerpo psíquico del niño es la contención de la mujer. El cuerpo físico no existe, es un entorno materno, una coloración, un hasta aquí, un perímetro territorial que se asume como tal a modo de contrato-permiso de ser golpeado sin moderación, sin pensar en consecuencia y de gozar el acto de violencia. Poco color. Algo que de tan abstracto confunda.